Tomaremos primeramente la definición de la OMS que
dice: ‘La salud es un
estado de completo bienestar
físico, mental y social,
y no solamente la ausencia de
afecciones o enfermedades” [1]. Y
define específicamente la salud mental como un
“estado de bien-estar en el cual una persona puede realizarse,
sobrepasar las tensiones normales de la vida, realizar un trabajo productivo y
fructífero y contribuir a la vida de su comunidad (OMS, 2001).
Siguiendo con la OMS: Las diferencias que se observan en el nivel
de salud
mental de los
distintos grupos de población,
así como en la cantidad y calidad
de los
servicios que se dispone,
están relacionadas en cierto
modo con el
grado de desarrollo socioeconómico que
hayan alcanzado.
Este llamado desarrollo se refiere a una situación de bienestar común
logrado por ciertos países en contraposición a otros llamados subdesarrollados
o países en desarrollo.
Los factores económicos,
culturales y sociales que
configuran el llamado
subdesarrollo, en el cual se encuentra la población de Latinoamérica,
condicionan de una
manera determinante la patología prevalente en las regiones y grupos
humanos que se encuentran en esa situación.
En el caso de
las enfermedades mentales y de
los desajustes de
personalidad no se ha
atribuido a esta relación la
importancia que realmente
reviste. Esta negligencia se debe en parte a la
falta de información, y en parte,
a una actitud de rechazo hacia todo lo relacionado
con los desequilibrios de la mente, actitud que
está enraizada en la
tradición y en
temores no conscientes, generadores de angustia. [2]
El Ministerio de Salud y de
Servicios sociales de Canadá (MSS) define la salud mental como “la capacidad
del individuo, del grupo y del ambiente, de tener unas interacciones que
contribuyen al bienestar subjetivo, al desarrollo y empleo óptimo de las capacidades mentales
de la persona, a la realización de objetivos individuales y colectivos justos y
a la creación de igualdad fundamental “ (MSSS 1988) Además precisa que para
mantener una buena salud mental es necesario un equilibrio entre diversos
aspectos de la vida, sea social, física, mental económica y espiritual (MSSS,
2007 a1)[3]
Varias investigaciones han demostrado la relación entre la salud mental y la
salud física. Algunas investigaciones transculturales[4]
han demostrado igualmente la influencia del contexto social, económico y
cultural sobre la problemática de la salud mental. (Kleinman, 1988, citado en Robichaud, 1994) Y consideran el equilibrio de
tres dimensiones fundamentales para la salud mental:
·
Una dimensión biológica que tiene que ver con
los componentes biológicos y fisiológicos del individuo.
·
Una dimensión psicoevolutiva que se relaciona
con los aspectos, afectivo, cognitivo y relacional del individuo.
·
Una dimensión contextual que hace referencia a
la inserción del individuo en el ambiente y a las relaciones con su entorno.
Si, como propone
esta perspectiva, la salud mental puede comprenderse no solamente desde las
características del individuo, sino también de su relación con el ambiente. Por
ello el CSMQ considera a la salud mental como un recurso colectivo, “[…] al que
contribuyen tanto las instituciones sociales y la comunidad entera como las
personas consideradas individualmente”. (CSMQ, 1994, en Desmarais, 2000:26).
Por otra parte, Ewelt y Farnsworth
se plantearon el problema de la definición de salud mental del modo siguiente:
“para nosotros, los individuos con una confianza básica en sí mismos y en los
demás, con sentido de la propia competencia y la sensación de que la situación
humana en conjunto posee un significado y vale la pena, tienen una resistencia
mayor a la descompensación emocional que la de aquellas con actitudes y sentimientos
causantes de inseguridad”[5]
Karl Meninger en 1947 sostienen:
“definamos la salud mental como el
aporte de los seres humanos al mundo y a ellos mismos con el máximo de
efectividad y felicidad. No se trata solo de eficiencia o satisfacción o el don
de obedecer alegremente las reglas del grupo: es todo conjunto a una conducta
socialmente considerada y una
disposición feliz; esta creo es una mente sana”[6]
Finalmente Erich Fromm, en el
libro anatomía de la destructividad humana hace hincapié, en que para entender
la conducta del hombre, es necesario conocer profundamente su psiquismo y su
neuro psicología de tal forma que su
valoración de la salud mental de un sujeto debe hacerse con base en su
integridad y armonía neurofisiología y en su personalidad. Afirma que deber ser
estudiado el sujeto como un todo, un ser total, donde la paleontología, la
antropología, la genética, la filosofía, la cultura permitan una mayor
comprensión del mismo[7].
1.
Relación
entre déficit de salud mental y pobreza
Por ahora partiremos primeramente
de las distintas definiciones de pobreza, quizás a través de ellas podamos
reflexionar y organizar la información acerca de Limoncocha para interrogarnos
si esta relación puede o no aplicarse en esta comunidad. Como se mencionaba en las definiciones de la
OMS, la situación de los países en vías de desarrollo es de entrada considerada
riesgosa para la salud en general y para la salud mental en particular. Revisemos entonces las definiciones de pobreza
que aparecen en la bibliografía revisada:
“El concepto de pobreza ha sido
largamente documentado en la literatura, pero sus definiciones varían según el
autor, la institución, el enfoque político, etc. Sin embargo ninguna de estas
definiciones es reconocida como universal. A pesar de ello, existe un consenso
en cuanto a la multidimensionalidad de este fenómeno que, desde hace varios
años, ya no se reduce a su simple dimensión económica[8].
Para Pitrou (1980)[9],
la pobreza está ligada, a la vez, a la incertidumbre de los ingresos, a la
inestabilidad del estatuto profesional, al aislamiento y a la pobreza cultural.
El autor agrega que la primera característica podría resumirse como el poder de
manejar el porvenir. Así, alguien que es pobre “no tiene ningún control sobre
los acontecimientos de los cuales depende de manera vital (empleo, condiciones
de trabajo, ingresos, costo de la vida) pero, además, no dispone de los medios
eficaces para hacer frente individual o colectivamente a las dificultades que
surgen. No tiene reservas financieras, relaciones bien ubicadas, conocimiento
de los mecanismos útiles para hacerlos jugar a su favor. El pobre está
entonces, perpetuamente amenazado de ver
como se degrada su estatuto, como sus condiciones de vida devienen más penosas, e incluso como su vida misma se
descompone por la enfermedad, el accidente o el envejecimiento prematuro”
(Pitrou, 1980) Así podemos decir que la pobreza
no es solamente la insuficiencia del ingreso económico sino que
comprende también las dimensiones del tener, el saber y el poder, que limitan
la posibilidad de desarrollarse y que traban el bien-estar individual y
colectivo” (Ministerio del Empleo y la Solidaridad Social, Quebec, 2002)
La estrategia nacional de lucha
contra la pobreza de Quebec define la pobreza de la siguiente manera:
« […] la condición en la cual se
encuentra un ser humano que está privado de manera duradera de los recursos, los medios, las opciones
necesarias para acceder a su autonomía económica y favorecer su inclusión social”[10] Y según
Robichaud et al (1994:18), Vivir en la pobreza es también: « […] Vivir
las preocupaciones relacionadas con las privaciones, percibirse a través de lo
que los otros nos comunican, vivir con la imagen que uno tiene de sí. Es
también tener una imagen muy precisa de la sociedad que nos envuelve, sus
estructuras y del rol que uno juega o no en ella, es buscar más allá de las
miserias cotidianas, aquello que permite sostenerse y encontrar o reducir los múltiples efectos de
faltas también múltiples …Es igualmente esperar que un día esta situación
cambie”[11].
Y Adam Smith, en 1776, había anotado en la Riqueza de las naciones,
que una persona pobre es aquella que “no tiene los medios para participar en la
vida social”. Pasando por diferentes autores, notamos que para examinar la
pobreza debemos tener en cuenta, igualmente, el contexto social, los valores y
la prácticas culturales de la sociedad y del ambiente (…) El techo de pobreza
definido por el Banco Mundial de un dólar americano por día, se aplica únicamente
a los países en vías de desarrollo como equivalente de un presupuesto de
sobrevivencia mínimo. Porque en los países industrializados, aunque la cantidad
de personas pobres no es escasa, los
índices de ingresos son más elevados que el señalado. Así la Organización de
Cooperación y desarrollo económico (OCDE) propone considerar el concepto de
pobreza no como la privación de las necesidades absolutamente esenciales
(alimentación, vestido y vivienda) sino como la exclusión del modo de vida al
cual los otros tienen ampliamente acceso en la misma sociedad”. (OCDE (2001),
en CCDS, 2007). Estos mismos autores se plantean la cuestión de identificar a
los individuos pobres y la construcción de indicadores pertinentes sobre la
base de informaciones disponibles.
El documento de trabajo del
Centro Regional de Desarrollo Social de Qubec ofrece algunos parámetros que
permiten establecer la relación entre salud mental y pobreza, la misma que no
se restringe a la presencia o ausencia de enfermedad mental. El resumen de este
acápite del documento está aún en elaboración y lo daremos a conocer
próximamente.
3.
INDICES ESTADÍSTICOS DE SALUD Y SALUD MENTAL EN AMERICA LATINA
-54.9% de las inversiones en
salud se originan en el sector publico
-Existen países con un
cubrimiento del 70% de la seguridad social (por ejemplo México, Colombia) y
otros en el Caribe donde prácticamente no existe (3%)
-La mayoría de los países en
latinoamérica invierten menos del 2% del presupuesto en salud mental.
- existe un gran estima a la
salud mental. La vergüenza, la cultura popular, llevan a muchas personas a no
buscar ayuda para sus problemas mentales o a detener el desarrollo en esta área.
Es frecuente encontrar pacientes con psicosis que consultan años después de
haber iniciado su patología.
- hace falta gran cantidad de
servicios de atención a la salud mental
-estudios epidemiológicos
muestran un 18.25% de trastornos mentales en las comunidades. Del 12 a 29% de
los niños y adolescentes presentan trastornos mentales de los cuales de cada cinco pacientes con
trastornos mentales uno recibe tratamiento
- los trastornos prevalentes son:
depresión, trastornos somatomorfos, abuso de alcohol y drogas y los trastornos
psiquiátricos mayores (esquizofrenia, trastorno bipolar)
-América latina aporta el 10.5%
de la carga de la enfermedad mundial por trastornos neuropsquiátricos.
Tabla 31-4 resultados
seleccionados de países que proporcionaron información al proyecto atlas-oms
2005
País presupuesto camas
psiquiatras psicólogos asistentes sociales enfermeras
|
Ecuador n.d 1.7 2.1 29.1 0.5 0.1
|
Fuente OMS
Presupuesto: porcentaje del presupuesto para atención de salud destinada a la salud mental
Camas: número de camas en los
servicios de psiquiatría por cada 10.000 habitantes
Tasas de profesionales por cada
100.000 habitantes
n.d: datos no disponibles
Gómez Restrepo,
Carlos [et.al.] Psiquiatría Clínica:
diagnostico y tratamiento en niños adolescentes y adultos, —3ra ed.,
Bogotá, Editorial Médica Internacional, 2008 pg.176
5. POSIBLES LIBROS DE INTERÉS PARA LA INVESTIGACIÓN QUE SE
ENCUENTRAN EN DISTINTAS LIBRERÍAS Y BIBLIOTECAS:
JARDIN MISTER BOOKS:
1.
Psicología social crítica: aportes y
aplicaciones sobre el lenguaje, ciudadanía, convivencia, espacio público,
género y subjetividad; Olga Lucía Obando Salazar (Compiladora); Agosto de 2010;
Programa Editorial Universidad del Valle (Cali, Colombia).
QUICENTRO LIBRIMUNDI:
1.
lo que los achuar me han enseñado; José Arnalot;
1996 Quito; Abya-yala, ediciones.
Sinopsis: Diario personal de Arnalot José en su paso por Wichím,
lugar donde está situada la tribu indígena de los Achuar.
2.
Los Huaorani del Cononaco los. en lucha por la
supervivencia...petroleras; Hernán Paz;
2007 Quito; Abya-yala, ediciones.
Sinopsis: En lucha por la supervivencia de su selva y su cultura
amazónica frente al avance de las grandes petroleras.
UNIVERSIDAD SALESIANA:
1.
Panorama epidemiológico del Ecuador; Roberto
Sempértegui, Plutarco Naranjo, Mónica Padilla, editores; Publicado 1992 Quito;
Ministerio de Salud Pública.
2.
Macroeconomía y economía policita en
dolarización; Marconi R. Salvador,ed; 2001 Quito; Abya-yala, Ediciones
Sinopsis: Efectos de la dolarización en cuestión a diferentes
regiones del Ecuador. Errores iniciales en la dolarización, del libertinaje monanciero
y globalización en la comunidad andina.
·
Véase en : http://books.google.com.ec/books?id=nji-Vq-PNfcC&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
[1] Organización Mundial
de la Salud.
Atención de salud mental en Ios países en desarrollo.
Análisis de los resultados de las investigaciones. Informe de un grupo de Estudio de la OMS. Ginebra,
1984. Serie de Informes Técnicos
698.
[2] Gonzalez Uzcategui René. “Salud mental en América
Latina: Problemas y perspectivas”. (1976)
[3] MSSS, 2007, Document consulté en ligne :
http://www.masantementale.gouv.qc.ca/
[5] Serrano González- ALEZEIA, Ma. Isabel, La
educación para la salud del siglo XXI comunicación y salud, 2da edición;. Asociación de educación para la salud (Segovia) 2002 pg.
213
[6] Ibidem.
[7] Fromm, E., Anatomía de la destructividad humana,
México, siglo XXI S.A., 1975,
citado en: Rodríguez Aragones,
Socorro, Salud mental del niño de 0 a 12 años salud pública y salud mental;
Pg. 27
[8] Jekovska, Monica, Pauvreté,
santé mentale, détresse psychologique : situations connexes ou pure
coïncidence?. Repères théoriques et état de la situation régionale, Documento de Trabajo
de Investigación del Centro Regional de Desarrollo Social, Quebec, 2008
pg.6
[10] Ministère de l’Emploi et de la Solidarité sociale
(2002). La volonté d’agir, la force de réussir. Stratégie nationale de lutte contre
la pauvreté et l’exclusion sociale. Gouvernement du Québec
[11] Robichaud, J-B., Guay, L., Colin, C., Pothier, M., avec
le concours de Saucier, J-F. (1994). Les liens entre la pauvreté et la santé
mentale. De l’exclusion à l’équité. Publié. En collaboration avec : Comitéde la
santé mentale du Québec. Boucherville, Québec : G. Morin. 247p.